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Iztapalapa. Revista de ciencias sociales y humanidades
El mal funcionamiento teórico en los estudios literarios y unaalternativa
Resumen:
El texto pretende cuestionar algunos procedimientos analíticos de la críticaliteraria académica moderna. Se reflexiona en primer lugar sobre la importanciadestacada que las teorías literarias han cobrado a lo largo del siglo XX. Con laayuda de la epistemología popperiana se demuestra el reducido valor cognoscitivode las teorías literarias en general. Mediante breves análisis de postulados dePaul de Man y Roland Barthes, se propone el desarrollo de una crítica literariaque parta de un objeto de estudios que, sobre la marcha del análisis, genere suspropias teorías. La parte final del texto presenta el procedimiento crítico dela imagologie como case study.
I.
En su Breve introducción a la teoría literaria (el original eninglés data de 1997), Jonathan Culler, sin duda uno de los especialistas másdestacados en el área del posestructuralismo y de la deconstrucción, intenta obtenerclaridad sobre el carácter y los alcances de las teorías en general, sobre el quéson y para qué sirven. Su propuesta inicial es concisa y vaga al mismo tiempo:"Una teoría ha de ser más que una mera hipótesis; no puede ser obvia; implicarelaciones complejas y de tipo sistemático entre diversos factores; y no sedemuestra ni se descarta con facilidad. Si tenemos en mente estos aspectos, resultamás sencillo entender qué implica la etiqueta de 'teoría'" (Culler, 2000: 13). Quizás es "mássencillo", pero el carácter y el funcionamiento de las teorías que guíannuestro quehacer crítico en los estudios literarios siguen siendo sorprendentementeenigmáticos y poco definidos.
Este fenómeno hasta cierto grado esquizofrénico, es decir, el saber poco sobre elinstrumento con el que investigamos nuestros objetos de estudio, no es, sin embargo,exclusivo de las humanidades, de las ciencias blandas. También su supuestacontraparte, las ciencias duras, sufren de él y tienen que formular compromisos queles permitan seguir trabajando con las teorías; tienen que, en otras palabras,formular teorías sobre las teorías, metateorías que expliquen el cómo operan lasteorías a pesar de todo. Sin embargo, las metateorías son tan teorías como losfenómenos que pretenden explicar. Estamos ante un proceso autorreferencial que noshace dudar del valor y la confiabilidad de la ciencia occidental centrada en ellogos, de su capacidad de producir conocimiento. Estamos tentados a dar la razón aBouvard y Pécuchet, esas criaturas algo bobas del genial Flaubert, que llegan a laconclusión, después de cientos de experimentos y miles de páginas leídas, de que laciencia consiste en puras excepciones que confirman las reglas que las teoríaspostulan para un mundo tan ideal como inexistente.
II.
Uno de los intentos más exitosos de describir el funcionamiento de las teorías y, conello, el de las ciencias en general, pertenece, sin duda, al gran epistemólogoaustro-inglés Karl R. Popper. Aunque situadas en primer lugar en la física y lasmatemáticas, las pesquisas del filósofo alcanzan las ciencias sociales y losdiscursos de arte y literatura. Popper defiende su postura de un racionalismoradical contra todas las intromisiones de irracionalidad y dogmatismo. Desde su obramás conocida, La sociedad abierta y sus enemigos (publicadaoriginalmente en 1945), advierte ante los peligros de la irracionalidad y de lapermanencia de sociedades pre-lógicas basadas en mitos fundacionales. Solo elpensamiento racional más allá de inducción, deducción y observación garantiza losavances del conocimiento y evita la petrificación en dogmas científicos eideológicos. En este contexto, la rama del conocimiento poco importa, ya que losacercamientos metodológico-teóricos propuestos por el filósofo tienen validez enciencias duras y blandas.1
En los años sesenta del siglo XX, Popper es uno de los protagonistas centralesdel "Positivismusstreit", una disputa intensa sobre la posibleexistencia de metodologías, teorías y objetivos diferentes en las cienciassociales y las exactas. Popper se opone sobre todo a los representantes de lateoría crítica, Adorno y Habermas en primer lugar, que habían postulado el"Sonderweg", el "camino especial" de las ciencias sociales.Para Popper, al contrario, solo hay una ciencia, la que sigue la mismametodología de la falsación. Los objetos de estudio no importan en estecontexto. Fenómenos sociales, literarios y artísticos pueden investigarse con elmétodo desarrollado por Popper. Si no se hace, no es ciencia. Llama la atenciónel dogmatismo de Popper en este debate. En español se publicaron algunas de lasaportaciones relevantes (de Popper, Adorno, Dahrendorf y Habermas) en el volumenLa lógica de las ciencias sociales publicado por Colofón en2008.
En una conferencia impartida en 1966 y publicada cuatro años después con el título de"Physics, Logic and History", Popper resume2
Quizás debería escribir "resume una vez más", ya que la descripciónminuciosa del método se halla en casi toda la obra de Popper, una obra queabarca seis décadas.
este acercamiento metodológico en una fórmula sencilla:P1→ TT → EE → P2. Me permito resaltar que, aunque se trate de una fórmulametodológica, constituye a la vez una teoría sobre el cómo conocemos y cuántopodemos conocer, es decir, una vez más nos enfrentamos a un metadiscurso. Citoin extenso la explicación que sigue, ya que su claridad seopone a la paráfrasis:
Aquí 'P' significa ‘problema’, ‘TT’ ‘teoría tentativa’y ‘EE’ ‘(intento de)eliminar errores’, sobre todo mediante la discusión crítica. Mi esquematetrádico trata de mostrar que el resultado de la crítica o supresión de erroresaplicado a una teoría es, por regla general, el surgimiento de un nuevo problemao de varios de ellos. Una vez que los problemas han sido resueltos y una vez quesus soluciones han sido examinadas correctamente, tienden a engendrar hijosproblemáticos: nuevos problemas, normalmente más profundos e incluso de mayorfecundidad que los viejos. Esto se puede ver especialmente en la física y creoque la mejor manera que tenemos de calibrar el progreso realizado en una cienciaconsiste en medir la distancia que hay entre P1 y P2 porlo que respecta a su profundidad y esperabilidad: las mejores teorías tentativas(y todas lo son) son las que plantean los problemas más profundos e inesperados(Popper, 2006: 337).
Sobra decir que lo citado constituye la base de la teoría popperiana de lafalsabilidad. Las teorías no explican realidades u objetos de estudio, no resuelventodos los problemas formulados, sino generan nuevos problemas (más complejos y, porende, más productivos) que requieren nuevas teorías que se exponen a la discusión yfalsación subsecuentes. A primera vista se trata de un modelo escatológico querelega la revelación de toda la verdad, es decir, la formulación y resolución detodos los problemas, a un futuro indefinido. Sin embargo, Popper se opone a laescatología y prefiere hablar de un progreso del conocimiento infinito: siemprehabrá nuevos problemas que provocarán la elaboración de nuevas teorías. En estesentido, solo puede haber un acercamiento sin fin al conocimiento, jamás elconocimiento definitivo y absoluto.
No es este el espacio para discutir los alcances y las consecuencias de la teoríapopperiana. Se expuso, en el sentido de su autor, a la discusión crítica y anumerosos intentos de falsearla.3
Un análisis detallado del pensamiento popperiano constituye Karl Popper:controversias en filosofía de la ciencia de José de Lira Bautistaque se publicó en 2008. David Stove, en su ScientificIrrationalism de 2001, revalúa la epistemología racional de Poppery sus seguidores (Lakatos y Feyerabend entre ellos) como irracional yanticientífica. Critica por ejemplo el uso frecuente de términos entrecomilladosque, según Stove, ni relativiza ni ironiza ciertos significados, sinosencillamente los anula.
Sin embargo, según Popper, no ha sido posible refutarla.4
Aún en The myth of the framework. In defense of science andrationality que se publicó en 1994, Popper defiende su teoríacontra los intentos de falsación. El filósofo murió ese mismo año.
Entonces: ¿si la teoría de la falsación no puedeser falseada, es una teoría sin valor cognoscitivo? La pregunta es legítima, dadoque el epistemólogo rechaza tajantemente teorías no falseadas o no falseables comofalacias científicas. Descalifica sobre todo el psicoanálisis y las teoríasmarxistas como teorías "ad hoc", es decir, teorías autoexplicativas que nopueden ser falseadas, que generan sus propios objetos de estudio, en lugar de sergeneradas por problemas (objetos) efectivamente existentes. En un ensayo tardío,"Las dos caras del sentido común" incluido en Conocimientoobjetivo, Popper dedica en nota a pie de página una frase lacónica alpsicoanálisis: "… no hay descripción de una conducta humana lógicamente posibleque resulte incompatible con las teorías psicoanalíticas de Freud, Adler oJung" (2006: 56, n. 5). En otros lugares, este rechazo radical se discute conmás detalle. Sin embargo, la oración citada contiene el núcleo de la críticapopperiana ante teorías no falseables: la realidad y sus objetos de estudio han demoldearse a ellas; se trata de teorías que explican todo, resuelven todos losproblemas (que ellas mismas generaron) y, gracias a ese totalitarismo crítico, noexplican nada y no resuelven problema alguno, es decir: son teorías "adhoc", falacias, hasta cierto grado creaciones ficticias.
Tengo que insistir en que la postura teórica de Popper ante las teorías de ese tipono es falseable, es decir, ella misma sería, si seguimos la lógica de su autor, unateoría "ad hoc". Sin embargo, si utilizamos la teoría a manera de unasimple postura/ actitud crítica propositiva, aunque severa, ante un tipo de teoríasen uso sobre todo en las ciencias sociales y las humanidades, entonces será posiblereflexionar, con base en ella, sobre el valor de la teoría literaria en boga en lasacademias de las Letras y sobre posibles correcciones o alteraciones que, desde mipunto de vista basado sobre todo en la praxis docente y de investigación, se vuelvennecesarias, si no urgentes.
III.
Sin tomar en consideración los postulados de Popper, ni los de otros teóricos de lasteorías, Jonathan Culler llega a la conclusión de que la teoría en las disciplinashumanísticas, sobre todo en los estudios literarios, es mucho más un género que unaherramienta que auxilie y dé valor adicional a la metodología aplicada. Además, setrata de un género abierto que incluye una gama amplia de temáticas:
El género 'teoría' incluye obras de antropología, cinematografía, filosofía,filosofía de la ciencia, gender studies, historia del arte,historia social y de las ideas, lingüística, psicoanálisis, sociología y teoríapolítica. Esas obras responden a las discusiones propias de su campo, pero sehan convertido en 'teoría' porque su perspectiva o sus razonamientos sonsugerentes y útiles para estudiosos de otras disciplinas. Las obrasque'devienen' teoría ofrecen explicaciones que otros pueden usar sobre muydiversas cuestiones: el significado, la naturaleza y la cultura, elfuncionamiento de la psique o la interrelación de la experiencia privada y lapública o de la experiencia individual y la de las grandes fuerzas históricas(Culler, 2000: 14).
Si a este término poco definido, a la teoría que es un género y que, como género,poco valor explicativo y pocas posibilidades de producir conocimiento tiene, leagregamos el epíteto de "literario", entonces la constelación se vuelveaún más vaga, la función y el funcionamiento de las teorías aún más dudosos.Podríamos preguntarnos si la teoría literaria es, siguiendo las definiciones deCuller, un género literario basado en un relato ficticio. Culler parece reducir lateoría a una de las funciones del antiguo mito.5
El proceso es inverso al trazado por Popper. El epistemólogo encuentra losinicios de las teorías científicas explicativas en los mitos, los primeros y aúninseguros intentos de explicar el entorno físico y abstracto del ser humano.Culler (2000) da la impresión dequerer regresar, al final de un desarrollo milenario, a esta constelación: lateoría como relato que cuestiona realidades tangibles y verdades prestablecidas,sin que intente resolver problema alguno.
Critica y cuestiona, pone en tela de juicio lospresupuestos básicos de la literatura y de su estudio: "¿Qué es el significado?¿Qué es un autor? ¿Qué es leer?" (2000: 15). Menciona estos y máscuestionamientos que abiertamente dudan de los fundamentos de cualquier estudioliterario y pretenden destruir esos fundamentos. No cabe duda de que este procesodestructor es, con cierta periodicidad, necesario y suele ser productivo en todaslas disciplinas científicas. Me atrevo a dudar, no obstante, de la existencia de undiscurso reconstructivo propuesto por la teoría literaria. Parece que, en medio dela teorización del discurso y del cuestionamiento de lo que el sentido común percibecomo base y fundamento de la literatura, se ha perdido el objeto de estudio. Lateoría literaria se ha vuelto con ello teoría "ad hoc" en el sentidopopperiano: autoexplicativo y generando sus propios objetos de estudio que nonecesariamente son textos literarios o autores o géneros o periodos, sino por lógicason otras teorías, o ella misma. La teoría literaria podría ser, entonces, unametateoría "ad hoc" y autoexplicativa, es decir: forma un discursoencerrado en sí mismo, una diégesis, un relato ficticio, un nuevo tipo de mito queno puede ser un modelo explicativo precisamente porque es autorreferencial. Setrata, en otras palabras, de un género que se analiza a sí mismo.6
Este tipo de autoanálisis no es, sin embargo, ninguna novedad en la literaturaoccidental: novelas que generan teorías sobre la novela, poemas que son supropia poética son fenómenos conocidos. Un ejemplo especialmente ilustrativo esÁ rebours de Joris Karl Huysmans, el prototipo de la noveladecadente que, casi como efecto lateral, constituye y establece su propio canonde autores y obras decadentistas contemporáneos poniendo Las flores delmal en el centro y a sí misma a un lado de Baudelaire.
De esta manera se vuelve finalmente imposible queproduzca conocimiento nuevo o que aporte a un (ilusorio) avance científico. Noobstante, existe, se lee y se discute. Los versos que Goethe crea para los pigmeosen la segunda parte de su Fausto, describen esta constelación demanera concisa: "Haben wirklich Platz genommen,/Wissen nicht wie esgeschah;/Fraget nicht woher wir kommen:/Denn wir sind nun einmal da!" (2001:87).7
"De veras hemos tomado asiento y no sabemos cómo pasó. No pregunten de dóndevenimos porque aquí estamos". La traducción es mía.
Aquí está la teoría literaria: sin objeto de estudio propio; sin posibilidad deexplicar fenómeno, ni resolver problema alguno; aun así: aplicada a manera desustituto y panacea metodológicos en miles de artículos y tesis universitarias depre y posgrado; un género que tiene su canon y sus clásicos, pero no se estudia comogénero de ficción, sino como teoría a secas; una clase de textos basados enincertezas, pero que operan e, igual que los pigmeos de Goethe, indudablementeforman parte del discurso y participan en un diálogo interminable que se ocupa delfenómeno literario.
IV.
A finales de los años sesenta del siglo XX, Roland Barthes se enfrenta a dudas ypreocupaciones similares. Interpreto S/Z, sin duda una de sus obrasmás logradas y propositivas, como resultado directo de sus titubeos ante el discursoliterario y ante la funcionalidad de teoría y crítica literarias.
En la primera sesión de la materia "Posestructuralismo" que impartí envarias ocasiones en el marco de la Licenciatura en Letras Españolas de laUniversidad de Guanajuato, suelo citar o parafrasear una distinción enciclopédicaentre estructuralismo y posestructuralismo: el estructuralismo se centra en lostextos, ni el autor ni el lector son factores relevantes en sus postulados teóricos,mucho menos sus entornos históricos o sociales; el posestructuralismo vuelve aintegrar esos entornos en el análisis literario y conecta el discurso literario conotros discursos, el psicoanálisis y el marxismo en lugares destacados. Como todaslas explicaciones enciclopédicas: satisface (por lo menos al maestro, no sé si a losestudiantes), pero no acierta.
En su famoso texto "Resistance to Theory", Paul de Man postula que lasdicotomías entre teorías no operan. La teoría (la que sea) se requiere cuando elanálisis literario pretende ser más que solo descriptivo. Entonces, hastamovimientos como el "new criticism" que centran su interés en el textopuro y que pretenden excluir el fuera del texto, son teorías, aunque unas querechazan la teoría (1986: 6). Se oponen másal metalenguaje teórico que a la teoría como tal, postula De Man (1986: 13). En otras palabras: si leo un texto, aplicoteorías sobre este texto, aunque no sean canonizadas ni preformuladas ni escritas.En este sentido -sigo a De Man- nos resistimos a la teoría y esta resistencia esinevitable: "Nothing can overcome the resistance to theory since theory isitself this resistance" (1986: 19).Estas afirmaciones del gran teórico revelan la preocupación de un académico que nosolo lee e investiga, sino que también enseña la literatura. Sin teorías no podríaenseñarla; sin el intento de entender qué es el discurso literario y cómo funcionasu lenguaje, una clase sobre literatura no podría justificarse ni deberíaprepararse. Al mismo tiempo, el lenguaje teórico (cada vez más técnico o mistificadoo específico) dificulta el acceso a la literatura y, en casos extremos, relega lalectura a un lugar irrelevante dentro de los estudios literarios. Se manifiesta elproceso del que había advertido Popper: antes de investigar y tratar de entender elobjeto de estudio, debo entender la teoría. Cuando haya entendido la teoría,posiblemente ya no me quede tiempo para leer mi objeto de estudio. En este sentidodebe interpretarse la crítica sarcástica que dirige De Man a los teóricos francesesque leen poco, pero saben mucho de muchas cosas (1986: 29 ss.).8
Con esta crítica inicia "Hypogram and Inscription", el tercer texto delos que forman el libro Resistance to Theory.
De Man propone un "return to philology" como solución, es decir, regresar ala filología decimonónica, pero renunciar a su afán estetizante y a susimplicaciones políticas e ideológicas, una filología como la practicada por Derriday Foucault (De Man, 1986: 24).9
Supongo que ni Derrida ni Foucault estarían de acuerdo con la etiqueta de"filólogo".
Es decir: la inclusión de lo nocanónico, de lo producido en las periferias culturales, incluso del"trash" literario permite un regreso a la lectura filológica, a otro tipode "close reading", sin que sea necesario renunciar al entorno de lostextos (incluso la figura del autor, asesinada en varias ocasiones, podríarecuperarse) y a la teorización de la literatura. El texto es primero, su entorno ysu teoría se desprenden de él. Posiblemente se tendrá que pagar el precio de unadiminución productiva, ya que "good readers often are spare writers"(1986: 24), como afirma De Man algomelancólico. Sin embargo, este precio se paga con gusto si el resultado son estudiosy análisis literarios que faciliten el acceso a la literatura, aunque sean mucho másque meras descripciones o resúmenes de contenido o acumulaciones de datos duros.
No cabe duda de que Roland Barthes es uno de los objetivos (posiblemente el másexpuesto) de los frecuentes sarcasmos de Paul de Man. Barthes no lee porque habla demuchas cosas, menos de literatura. Barthes deduce textos de teorías y recurre amuchos tecnicismos, en lugar de anteponer los textos para extraer de ellos lasteorías cuasi en el acto de su lectura. Barthes olvida que la literatura comunica yrequiere más que lectores especializados, etc. Creo que de Man no le hace justiciaal teórico/ crítico francés, por lo menos no al de la época en la que se originaS/Z.
El inicio de S/Z se lee como una declaración de bancarrota delestructuralismo:
On dit qu'à force d'ascèse certains bouddhistes parviennent à voir tout unpaysage dans une fève. C'est ce qu'auraient bien voulu les premiers analystes durécit: voir tous les récits du monde (il y en a tant et tant eu) dans une seulestructure: nous allons, pensaitils, extraire de chaque conte son modèle, puis deces modèles nous ferons une grande structure narrative, que nous reverserons(pour vérification) sur n'importe quel récit: tâche épuisante […] et finalementindésirable, car le texte y perd sa différence (Barthes, 1970: 9).
Barthes describe el callejón sin salida al que habían desembocado los estudiosestructuralistas. Quizás hay una estructura, un esqueleto, subyacente a todas lasnarraciones. Quizás los relatos aislados solo recurren a ese esqueleto para llenarlocon palabras que, a la postre, son variables, intercambiables y a voluntad. Esteprocedimiento aniquila, sin embargo, el discurso literario y vuelve superfluo o, endado caso, estéril el proceso de la producción y recepción de textos.
La "différence" (y no la "différance" de Derrida) constituye laliteratura. Es necesario, entonces, desentrañar esta diferencia en lugar deconstruir una estructura niveladora. Hasta aquí su punto final al estructuralismo.Sin embargo, Barthes sabe (lo expresa en sus estudios sobre Flaubert) que no haypuntos finales en literatura, que la frase debe seguir escribiéndose. Sabe, porende, que solo un procedimiento estructuralista, la lectura repetida y concentradade los textos, una forma del "close reading" norteamericano, es capaz deromper las estructuras prestablecidas y revelar la diferencia del relato:
[…] travailler ce texte unique jusqu'à l'extrême du détail, c'est reprendrel'analyse structurale du récit là où elle s'est jusqu'à present arrêtée: auxgrandes structure; c'est se donner le pouvoir (le temps, l'aise) de remonter lesveinules du sens, de ne laisser aucun lieu du signifiant sans y pressentir lecode ou les codes dont ce lieu est peutêtre le départ (ou l'arrivée) (Barthes, 1970: 17).
Si de Man piensa que un buen lector escribe poco, Barthes postula que el lectorescribe cuando lee, convierte texto en texto y, por ende, se sale de una estructuradada para entrar en (o construir) otra diferente. Se trata de una lectura o unanálisis contra la estructura. Pero se trata también de una lectura o un análisisestructuralistas. La distinción enciclopédica que parafraseé al inicio de estasreflexiones no explica nada, dado que no hay distinción. El posestructuralismo a lamanera de Barthes fusiona las teorías, rompe estructuras y resalta diferencias ydesviaciones, pero sigue analizando dentro de las estructuras con el propósito deconstruir y escribir nuevas y más nuevas.
Su análisis concreto del relato de Balzac lo comprueba: una lectura detenida lexema("léxie") por lexema, pero es el lector quien decide qué es y cuánto textoabarca un lexema: puede ser una palabra (incluso una sílaba), pueden ser variospárrafos. Esta decisión significa escribir y significa estructurar contra laestructura. Para llegar a una decisión -y Barthes sabe que el proceso es arbitrarioy, por supuesto, anti científico, si no a-lógico- un gran número de disciplinasajenas a la literatura (filosofía, psicología, antropología, sociología,historiografía, economía, historia del arte y, en dosis pequeñas, la lingüística)está a su disposición y presta un número infinito de conocimientos y datosdivergentes al lector/ analista. De esta manera toma su decisión y, cuasi en el actode leer y decidir, la escribe. Dado que la escritura, en este caso, es un actodesestabilizador, no se fija la lectura, no se petrifica el texto leído en medio deuna estructura dada, sino se abre a más y más lecturas: del propio Barthes y demiles de lectores anónimos.
Estoy consciente de que la fusión descrita entre estructuralismo yposestructuralismo, el proceder de un análisis estructuralista que pretende romperlas estructuras, es idealista y utópico, como son idealistas y utópicas las técnicasde la deconstrucción cuyos rasgos se notan claramente -quiera Barthes o no- enS/Z. Estoy consciente de que, gracias a la imprenta y graciastambién a la fama del crítico Barthes, su lectura de "Sarrasine" se volviócanónica y fijó el texto de Balzac, de que otras lecturas "laicas" nopueden ni competir ni dialogar con ella. Sin embargo, pienso que en esta fusiónutópica podría hallarse una salida para escapar de la resistencia a la teoría y dela elaboración y aplicación de teorías "ad hoc" en los estudiosliterarios. En S/Z, el texto/ objeto de estudio genera o provocala(s) teoría(s), activa los discursos ajenos, refiere a los entornos pertinentes yrecurre a hipo, hiper y subtextos, es decir, a otros textos literarios que pueden (aveces deben) pertenecer a ciertos cánones de lo marginado y estéticamente infame.Todas estas activaciones y referencias son necesarias para su lectura, para estalectura en este momento. El proceder tiene, sin duda, un alto valor explicativo,aunque se trate de un valor en continuo movimiento, este valor que no había tenidola dicotomía entre estructuralismo y posestructuralismo, ya que ella esautorreferencial, es teoría elaborada para explicar y justificar teoría.
Se me puede objetar (y con razón) que este tipo de análisis relega a un lugar pocorelevante la función estética que, sin lugar a duda, está inscrita en el discursoliterario y es una de sus razones de ser. El mismo Barthes se enfrenta a estapregunta al inicio de S/Z. El francés distingue, en este contexto,entre textos legibles y textos escribibles. Sarrasine es un textoescribible, su contraparte sería un texto clásico: "En face du texte scriptibles'établit donc sa contrevaleur, sa valeur négative, réactive: ce qui peut être lu,mais non écrit: le lisible. Nous appelons classique tout textelisible" (Barthes, 1970: 10). Los textosclásicos no pueden ser escritos mientras se leen. "Clásico", en estesentido, no necesariamente remite a un canon prestablecido y sancionado por variasgeneraciones de críticos y lectores, no necesariamente incluye a Cervantes,Shakespeare o Goethe. "Clásico" es mucho más un texto que ya no permite laprolongación de la escritura (que equivale a su lectura activa), un textopetrificado gracias a las muchas lecturas canónicas y dogmáticas sufridas. Mepermito retomar la terminología de Karl Popper: clásico es un objeto de estudio queha sido congelado en el tiempo por la aplicación de una teoría "ad hoc",un objeto de estudio que había fungido como pieza comprobatoria (de verificación)para precisamente esta teoría. Un texto de esta índole está fuera del alcance de laescritura. Sin embargo, una lectura estructuralista contra las estructurasprefijadas podría recuperarlo y volverlo escribible. Mas: se trataría de una obranueva. Sobra decir que insinúo un proceso que Borges había descrito desde la ficciónen su "Pierre Menard, autor del Quijote".
Agrego que, antes de Borges, Walter Benjamin lo había analizado en su "DieAufgabe des Übersetzers" ("La tarea del traductor"). El filósofoalemán se acerca a su tema con un método a primera vista irracional, una mezclaentre dialéctica hegeliana y marxista que incluye referencias al primer romanticismoalemán y la mística judía, es decir, un método que no se impone al objeto deestudio, sino que surge de él, un método en movimiento de párrafo a párrafo.Benjamin interpreta la traducción literaria como una "forma" (Benjamin, 1972: 9) que garantiza lasupervivencia del original que, sin ella, sería materia muerta, es decir, sería untexto clásico en el sentido que Barthes otorgaría al término. Sin embargo, latraducción continua y siempre renovada de una obra también nos acerca a la esencialiteraria, a un tipo de "Ursprache" (lenguaje originario) con el queGoethe y los románticos habían soñado. Benjamin sabe que solo nos acerca, que jamásalcanzaremos la meta; así como el racionalista puro Popper sabe que la ciencia jamásllegará a un punto final, que solo se acerca a la verdad. Una buena traducciónbenjaminiana es, juzgada con miras a este propósito, lingüística y estéticamentedeplorable. El filósofo alemán remite a Rudolf Pannwitz, poeta y pensador nacido enPolonia, quien trataba de invertir la relación entre lengua de origen y lengua metaen el contexto de las traducciones literarias. Se debe integrar el idioma deloriginal al idioma de la traducción, en lugar de mantener intactas las estructuras yla lógica del idioma meta (Benjamin, 1972:20).10
Traducir la frase alemana "Mein Sohn hat heute um sieben Uhrgefrühstückt" como "Mi hijo desayunó a las siete" suena bien,pero sería una falacia en el sistema construido por Benjamin y Pannwitz."Mi hijo ha hoy a las siete horas desayunado" suena horrible, perosería más productivo en el sistema mencionado.
En un proceso queabarca milenios (que es escatológico) se alcanzará la fusión de todos los idiomasque equivale al descubrimiento de la esencia poética, a la instalación de la"Ursprache".
¿Misticismo? ¿Irracionalidad? Sin duda, hay mucho de ambos en las reflexiones deBenjamin. Pero también hay su contraparte: hay racionalidad y pensamiento lógico,casi matemático. El proceso descrito/ anhelado anticipa el ideado por Barthes: elanálisis estructuralista que pretende abrir y reconfigurar las estructuras es capazde volver escribible un texto que solo había sido legible; es capaz de, tanto comola traducción benjaminiana, devolver vida y actualidad a los textos clásicos. Lainclusión de lo estéticamente poco atractivo, de un tipo de literatura que no aspirajamás a la belleza (no importa a qué forma o definición de belleza se recurra), esimprescindible en el proceso analítico y crítico descrito. En otras palabras: paraescribir o reinventar Sarrasine, Roland Barthes tuvo que incluir yescribir paralelamente una serie de textos a primera vista prescindibles: textosmarginados expulsados del canon, textos ajenos a la literatura y ajenos a lasaspiraciones estéticas, textos que el objeto de estudio que esSarrasine de Honoré de Balzac, propone sobre la marcha comoteorías y herramientas metodológicas.
La función estética de la literatura, entonces, no se relega a un lugar pocorelevante, sino que se cuestiona de manera continua en el proceso lector, es decir:incluir o volver a incluir lo que se había percibido como antiestético es la base deun procedimiento crítico que devuelve al texto precisamente esta belleza literariatan escurridiza y, pese a los intentos de la lingüística y la teoría literaria, tantautológica y rejega a su definición. En este sentido, la lectura/ escritura deBarthes y la traducción de Benjamin podrían ser leídas/ escritas como una y la mismacosa.
V.
La literatura comparada, disciplina establecida y exitosa sobre todo en lasuniversidades alemana, francesa y estadounidense, ha llegado a operar no solo comocontraparte de las filologías nacionales y, a veces, nacionalistas, sino tambiéncomo un instrumento hábil para diversificar el campo de los estudios literarios,para incluir en ellos otros discursos y objetos de estudio marginados. El filólogoaustro-alemán Oskar Walzel (1864-1944), amigo y seguidor de Heinrich Wölfflin,intentó desde comienzos del siglo XX ampliar el discurso de la ciencia literaria eneste sentido: comparar y, en un caso ideal, fusionar discursos artísticos,filosóficos, historiográficos, etc., es necesario para obtener resultadoscientíficamente válidos y presentables, resultados que puedan ser expuestos a lo quePopper llamaría, décadas después, "discusión crítica". Solo estaampliación podría salvar a las ciencias del espíritu de la etiqueta"Beliebigkeit", un término que implica laarbitrariedad de los resultados, pero igualmente el"anythinggoes" posmoderno.11
La editorial Reuther & Reichard publicó las reflexiones de Walzel en 1917como Wechselseitige Erhellung der Künste, traducible como"esclarecimiento mutuo de las artes". No tengo conocimiento de unatraducción al español.
Las propuestas teórico-metodológicas de Walzeltuvieron implicaciones de largos alcances. Entre muchos otros, los análisis hoy muypracticados sobre la función de sinestesia y écfrasis en textos literarios se basan,normalmente sin saberlo, en ese intento temprano de ampliar y bifurcar objetivos,metas y procedimientos de los estudios literarios12
La écfrasis generó su propio discurso teórico amplio y muy polémico. Remito soloa una aportación canónica y, a mi punto de vista, incluyente y conclusiva:"La ilusión de écfrasis", de Michael Riffaterre (2000).
Me permito insistir en que, tanto como en lospostulados de Barthes y de Man, las reflexiones de Walzel generan una amalgama entreteoría y método. Hay un método derivado de una teoría. Ambos surgen de y, en unproceso circular, regresan al objeto de estudio. Esta circularidad impide, a primeravista, la generación de conocimiento. Sin embargo, si aceptamos que el conocimientono se genera, dado que está aquí desde siempre, dado que "solo", segúnPopper, lo problematizamos de diferentes maneras, entonces la circularidad nospermite un acercamiento al saber y la exposición de nuestros resultados a ladiscusión crítica popperiana, es decir, a otras investigaciones circularesrealizadas en diferentes disciplinas científicas simultánea o posteriormente.
Estoy convencido de que una subdisciplina antigua y controversial de la literaturacomparada,13
Aclaro que estoy convencido de que todos los estudios literarios soncomparativos, dado que textos aislados sin relación con otros textos y otrosdiscursos no existen; y si existieran, no serían ni asequibles nianalizables.
igualmentederivada de las proposiciones de Walzel, puede ofrecer un ejemplo y un modeloviables para este modo de usar y aplicar teorías y metodologías amalgamadas entreellas en el análisis de textos. Me refiero a la imagologie.Propongo, en el último apartado de este artículo, la imagologie nocomo disciplina o campo de estudio, sino como una forma de acercarse mediante un usomodesto de teorías generadas por objetos de estudio al por antonomasia inabarcablefenómeno del discurso literario.
La imagologie14
Introduzco el término en francés, el idioma en el que se originó. De aquí enadelante recurro a su castellanización "imagología".
sedefine como el estudio de la construcción de imágenes de naciones y pueblos ajenosen y a través de la literatura. Se integró temprano como subdisciplina de laliteratura comparada. Por razones demasiado obvias cayó en desgracia debido a suideologización, a su inmersión en un discurso nacionalista extremista que dejó deestudiar la producción de imágenes en textos ficticios para dedicarse al desarrollode sus propias imágenes prejuiciadas y, en el caso de la crítica nacionalsocialista,abiertamente racistas y hostiles. No es de extrañar que después de la Segunda GuerraMundial su presencia en los estudios literarios europeos sea casi nula, aunqueMarius François Guyard tratara, en su compacta introducción a la literaturacomparada de 1951, reintegrarla a la disciplina. Aunado a la problemáticaideológica, el influyente crítico norteamericano René Wellek pretendió anular, enlos años cincuenta y sesenta del siglo XX y en oposición directa a Guyard, su valorteórico y epistemológico de fondo. Según Wellek, la imagología no es capaz deproducir conocimiento alguno, ya que se aparta del estudio de las obras literarias"per se" para inmiscuirse en discursos ajenos y fuera del alcance de losinvestigadores de las letras. No es difícil reconocer en estos reproches los mismosargumentos que se emplean, por ejemplo, de parte de Paul de Man contra losposestructuralistas como, en general, contra los tratamientos de la literatura querebasen lo "werkimmanent", es decir, lo inscrito ypresente solo en la obra. El estadounidense, entonces, relegó este campo teórico alvasto reino de la vaguedad y, en casos extremos, la charlatanería. Ese radicalismoes consecuente con el pensamiento de Wellek quien, desde fechas bastante tempranas,advirtió ante los peligros de una sobreteorización del discurso literario yadvirtió, por ende, ante ciertos excesos de la teoría posestructuralista francesa dela que la imagología sería un antecedente.15
Estos datos se tomaron del artículo introductorio de Daniel-Henri Pageaux en elCompendio de literatura comparada dirigido por Pierre Brunel e Yves Chevrel (1994), así como delartículo de Dyserinck que se menciona.
En 1966, el comparatista holandés Hugo Dyserinck intenta recuperar la imagología paralos estudios literarios y, de paso, desideologizarla. Publica en el primer número dela prestigiosa revista Arcadia su hoy canónico artículo "ZumProblem der images und mirages und ihrerUntersuchung im Rahmen der Vergleichenden Literaturwissenschaft" ('Acerca de laproblemática de imágenes y reflejos y su investigación en el marco de la literaturacomparada"). Dyserinck establece cinco parámetros que devuelven a la imagologíasu derecho a existir en los estudios literarios:
  • Hay obras que incluyen los images ymirages como principios semánticos constructivos:diarios de viaje en primer lugar (que actualmente incluyen guíasturísticas en papel y electrónicas), pero también una buena parte de laliteratura de índole biográfica y autobiográfica. Estas obras, de maneranatural, podrán estudiarse con las herramientas de la imagología. Parahacerlo, hay que tomar en cuenta siempre el segundo principio, quizás eldecisivo:
  • Ninguna imagen es auténtica, representa realidades tangibles, ningunatiene que ver con la "realidad real", la realidad "perse" que, como sabe también Roland Barthes en sus estudios sobre elrealismo decimonónico, es inasequible para la literatura.
  • Surge, en este contexto, una pregunta central: ¿las imágenes producidasrealmente operan? Es decir: no reflejan realidades, pero ¿son capaces decrearlas? Para contestar esta pregunta, la imagología debería cooperarcon la estética de la recepción.
  • Las imágenes se vuelven partes decisivas de la historia de la recepciónde una literatura en otra. El ejemplo de Dyserinck: un lector alemánsólo lee literatura flamenca si esta va conforme con la imagen del paíspreconcebida. Si se opone a esta imagen, no se traduce o no se lee. Otroejemplo relacionado con la literatura hispanoamericana: elboom de la narrativa solo fue posible porqueatendió imágenes de América Latina preconcebidas en Europa. El éxitocero de la literatura postboom en Alemania, Francia e Inglaterra seexplica por la negación de los autores hispanoamericanos de seguiratendiendo esas imágenes.16
    La recepción de la obra de Fernando del Paso en el mercado de lengua alemana esmínima, a pesar de lo germano de la temática de Noticias delImperio. La imagología nos permitiría formular la hipótesis de quese trata de un "debido a" lo germano de la temática, no un "apesar de". Los lectores alemanes (y antes que ellos, los editores)prefieren comprobar sus imágenes de Hispanoamérica en una novela mexicana, enlugar de enfrentarse a imágenes propias creadas por el otro. Para laproblemática del éxito artificial del boom, remito al excelenteestudio de Pablo Sánchez: La emancipación engañosa: una crónicatransatlántica del boom (1963-1972).
  • La imagología podría corregir y desideologizar clichés y prejuiciosnacionales. Lo esencialmente alemán, francés, mexicano, argentino, etc.,es decir, generalizaciones irracionales y peligrosas que no solo sontemas literarios, sino que forman parte de conversaciones cotidianas yde los discursos político y social. Si la imagología es capaz dedesentrañar los orígenes y el funcionamiento en la literatura de talesgeneralizaciones, podría aportar a una mejor y más equilibradacomprensión de "lo otro" y del otro.
A raíz de las propuestas de Dyserinck, una serie de críticos procedentes de variospaíses trató de concretar el campo de estudio de la imagología y de afinar susherramientas, entre ellos los franceses Daniel-Henri Pageaux, Yves Chevrel yJean-Marc Moura, el mismo Dyserinck y su compatriota Joep Leerssen, el alemánHans-Jürgen Lüsebrink, la polaca Malgorzata Swiderska y el norteamericano Jeffrey L.Sammons.17
Recientemente, en universidades alemanas y canadienses sobre todo, se desarrollanteorías del "transfert" que permitirían extender aún más este campo deestudio, por ejemplo, a fenómenos sociales modernos como las redes decomunicación, pero también a cuestiones jurídicas o económicas. Remito, en estecontexto, al volumen colectivo editado por Pascal Gin y otros investigadores(2014).
Destaco tres conclusiones esenciales de esta discusión teórica que, por otro lado,sigue desarrollándose:
  • La necesidad de disponer de una terminología crítica específica quepermita la adecuada categorización y un análisis preciso de estereotiposy clichés nacionales construidos en las obras literarias tratadas. Sobretodo Swiderska y Leerssen se ocupan de esta problemática.
  • Una inevitable y deseable fusión con los estudios culturales que, segúnLüsebrink (2014: 29), evitaríala descontextualización de las imágenes analizadas, es decir, evitaríala negación de las funciones originales (sátira, parodia, contextopolítico) de las images ymirages.18
    Un ejemplo de mi praxis de investigación: a lo largo del primer año de laintervención francesa se publicó en Puebla la revista satíricaChinaca. En ella, la elite de los escritores liberalesdecimonónicos construyó imágenes burlescas exageradas de franceses y"tudescos". Es tentador y fácil olvidarse de las intenciones paródicasde la revista, del intento de menospreciar y difamar al enemigo político ymilitar, y dejarse atrapar por la ilusión de que el lector moderno presenciacasi in actu el nacimiento de clichés y prejuicios nacionalesque operan hasta la fecha.
  • Relacionada con la segunda conclusión, la urgencia de repensar nuestroscánones. En otras palabras: el estudio no podrá limitarse a las obrasmaestras, a obras que cumplan con estándares estéticos altos, sino quetendrá que extenderse a obras marginales y -permítaseme la expresión- alo infame. Obras de difícil clasificación genérica, la literatura malllamada "trivial", la literatura popular y, en un caso ideal,de índole oral deberán ser los objetos de estudio de la imagología,mucho más que un canon de obras consagradas que prefiguraría ymanipularía los resultados de la disciplina. Lüsebrink usa el término"transfert" en este contexto (2014: 26), la transferencia cultural (muy relacionada, en elentorno hispanoamericano, con la transculturación definida por FernandoOrtiz y Ángel Rama19
    Rama adapta el funcionamiento de la transculturación a los estudios literarios,sobre todo a las relaciones problemáticas entre periferias y centros culturales.La segunda edición de su canónico Transculturación narrativa en AméricaLatina data de 1984.
    )en cuyo marco la estética ocupa un lugar secundario. El estudio de lostransferts implica la colaboración sobre todo conla historiografía y la sociología; garantizaría, por ende, una verdaderainterdisciplinariedad, una fusión de disciplinas, no su merayuxtaposición.
Lo expuesto sobre funcionamiento, alcances y acercamientos teóricos de la imagologíadebe bastar para ilustrar que los estudios literarios en general se enfrentan a lanecesidad de repensar el papel de la teoría literaria y su conversión en métodosaplicables en su praxis de investigación.
VI.
Repito, a manera de conclusión, que la teoría literaria, sobre todo la elaborada porestructuralistas rusos y franceses y por posestructuralistas franceses yestadounidenses a lo largo del siglo XX es, como afirma Jonathan Culler -uno de susexponentes más prominentes- un género. Agrego que se trata de un género literarioque se caracteriza por un alto grado de autorreflexividad y también por su carácterficcional. Si aceptamos que nos enfrentamos a un género literario, lo debemosestudiar como tal, al lado de los otros géneros (narrativa, poesía), al lado demomentos divergentes de la historia literaria. Su valor metodológico como teoría, supotencial de producir conocimiento nuevo serían, a primera vista, nulos. Sinembargo, si aceptamos el proceder teórico descrito por Popper y otros epistemólogosy, al mismo tiempo, seguimos conscientes de que las metateorías (como la de Popper)son otras teorías cuestionables y criticables, entonces la teoría literaria (de laíndole que sea) e incluso la metateoría podrían convertirse en herramientas críticasoriginadas por nuestros objetos de estudio. La imagología, ella misma una teoría,aprovecha en sus variantes actuales desarrolladas sobre todo en las academiasfrancesa, neerlandesa y alemana, este procedimiento. Parte de un corpus de estudioamplio que incluye hasta lo estéticamente infame para, desde este corpus, activaruna serie de teorías y discursos necesariamente inter y transdisciplinarios. Losresultados obtenidos de esta manera son productos de lecturas cuidadosas que noexcluyen los entornos heterogéneos de la literatura, lo solo a primera vista ajenoal discurso literario, lo otro. Creo que Roland Barthes, en S/Z,dio la pauta para este tipo de lectura estructuralista contra las estructuras. Ycreo también que este proceder podría ser una respuesta a los reproches formuladospor la ciencia dura que no quiere tomar en cuenta las disciplinas humanísticas comoproductoras de conocimiento y respuestas lógicamente válidas.
Resumen:
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
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